Minimizar problemas de micotoxinas en el almacenaje de comida de animales

Al hablar de producción agrícola, uno de los factores que no debe pasarse por alto son los problemas de micotoxinas en almacenaje de alimentos, ya que es algo inherente a este proceso, por lo que es fundamental que se trate con especial atención. En algunos casos puede cometerse el error de pensar que una vez que se llevaron a cabo las labores de cosecha, ya todo está hecho, sin embargo, es allí cuando recién comienza la etapa de preservación y su correcta manipulación para evitar la aparición de hongos que puedan comprometer la calidad de los alimentos.

Pero, ¿sabes qué son las micotoxinas?

Se trata de una serie de compuestos tóxicos que se producen de forma natural como resultado de la acción de varios tipos de mohos, los cuales tienen la particularidad de crecer en alimentos como manzanas, frutos secos, granos de café, vinos, cereales y algunas especias. En ocasiones, su aparición puede darse en varias situaciones: antes o después de la cosecha, durante su permanencia en los almacenes o que el mismo alimento las produzca cuando el entorno presenta mucha humedad o calor.

Parte de los problemas de micotoxinas en almacenaje de alimentos es la probabilidad de entrar en contacto con estas toxinas, la cual aumenta cuando ingerimos de manera directa alimentos infectados, o de manera indirecta, cuando a los animales se les ha suministrado comida contaminada. En este caso una de las vías de exposición más frecuentes es cuando consumimos la leche de animales como el ganado. La particularidad de las micotoxinas es que son químicamente estables y resisten luego de procesar los alimentos. En este sentido, te invitamos a leer nuestras publicaciones sobre cómo evitar el moho blanco en el ensilado y cómo el uso de bolsas de ensilaje ayudan a mantener la calidad de los granos almacenados.

Los agricultores deben ser conscientes de la necesidad de proponer alternativas que ayuden a minimizar los problemas de micotoxinas en almacenaje de alimentos, como una manera de evitar que se produzcan enfermedades en los cultivos que terminen afectando la salud tanto de las personas como la de los animales.

“Los efectos de algunas micotoxinas presentes en los alimentos se manifiestan rápidamente tras el consumo de los productos contaminados. Otras se han relacionado con efectos a largo plazo, tales como el cáncer, lesiones hepáticas, inmunodeficiencia y daños renales, entre otras. De los varios cientos de micotoxinas identificadas hasta ahora, unas doce han llamado más la atención debido a sus efectos graves en el ser humano y su frecuencia en los alimentos, dentro de las que destacan: las aflatoxinas, la ocratoxina A, la patulina, las fumonisinas, la zearalenona y el nivalenol y desoxinivalenol”, de acuerdo a la Organización Mundial de la Salud.

¿Cómo se puede disminuir el riesgo de las micotoxinas?

Uno de los pasos principales es saber que estas toxinas difícilmente pueden prosperar en alimentos cuyos entornos de almacenamiento sean óptimos y estén debidamente secos; de ahí la importancia de llevar a cabo un proceso eficiente de secado y que su manipulación sea lo más pulcra posible.

Es necesario que los productores agrícolas inspeccionen de manera muy meticulosa los alimentos y granos que se perciban marchitos, sin color, partidos o con aspecto mohoso, ya que esto advertiría la presencia de micotoxinas perjudiciales. Al detectarlas a tiempo se puede evitar su utilización y comercialización.

Según explica la empresa especializada en calidad, medio ambiente y seguridad alimentaria, Siggo: “En el campo será fundamental controlar factores climáticos, evitar el estrés hídrico de la planta, el exceso de irrigación, falta o exceso de nutrientes, la acción de las plagas, las malas hierbas y la elección de las mejores fechas para siembra y cosecha, ya que el grado de humedad al que se recolecta puede influir en el crecimiento de los microhongos”.

Otro aspecto que deben tener en cuenta los agricultores es el análisis de la calidad de las semillas que se ofrecen como muestras gratuitas a través de catálogos promocionales, ya que algunas presentaciones pueden contener contaminantes que pueden pasar desapercibidos sin ningún tipo de control por parte de los canales habituales de la industria.

En este sentido, según la revista especializada Hay & Forage, es común encontrar constantemente esporas de mohos de campo (Aspergillus, Fusarium y Gibberella), porque sobreviven bastante bien a bajas temperaturas debido a los residuos del suelo y de las plantas. De esta manera, logran entrar en los cultivos por diferentes caminos, a través de las raíces durante la etapa de crecimiento, a través de la polinización o por heridas causadas por insectos u otros factores ambientales.

También es posible que se desarrolle moho durante el ensilaje, pero hay métodos para evitarlo como el uso de filmes barrera o bolsas de silo que reducen el exceso de oxígeno y eliminan la posibilidad de que crezcan micotoxinas y bacterias. Este es un aspecto esencial para la industria láctea y cárnica, entendiendo que el problema que presenta la micotoxina puede aparecer tanto en el campo como en el momento del ensilaje. En el caso del campo, es muy importante considerar los niveles de humedad en el momento de la cosecha.

Como se discutió en el post de la revista online especializada Hay & Forage, un buen método para estimar la ingestión real de micotoxinas es tomar una muestra del alimento después de mezclarlo en el mezclador TMR. Este método se considera más seguro en comparación con los métodos tradicionales y el submuestreo.

La Organización Mundial de la Salud alienta a los agricultores a crear nuevas alternativas para proporcionar un mayor acceso a opciones de alimentos saludables y libres de toxinas.